martes, 29 de junio de 2010

Literatura Argentina

Literatura General

Leopoldo Lugones (1874-1938)
Escritor argentino, natural de la provincia de Córdoba y muerto por suicidio en el Tigre, cerca de Buenos Aires. Tuvo una variada actuación política, ya que tuvo contacto con el socialismo (fue uno de sus iniciadores en Argentina), el liberalismo, el conservadurismo y, finalmente, desde 1924, el fascismo.

Viajó por Europa y vivió en París antes de la I Guerra Mundial.

De vuelta a su país, dirigió el suplemento literario de La Nación y fue bibliotecario del Consejo de Educación.

Lugones practicó diversos géneros. Como poeta, se inicia en 1897 con Las montañas del oro, con versos medidos y libres, y prosa poética, en plena eclosión del modernismo. La atmósfera decadente se prolonga en Los crepúsculos del jardín (1905) y Lunario sentimental (1909), siempre bajo la influencia de Rubén Darío. Su registro poético cambia luego con las Odas seculares (1910), exaltación de las riquezas argentinas inspirada en Virgilio. Su poesía se vuelve intimista y cotidiana en El libro fiel (1912), El libro de los paisajes (1917) y Las horas doradas (1922). Su última manera es la poesía narrativa: Poemas solariegos (1927) y el póstumo Romances del Río Seco.
Como cuentista se le deben Las fuerzas extrañas (1906) y Cuentos fatales (1926), que desarrollan la literatura fantástica que se liga con Horacio Quiroga y anuncia a Jorge Luis Borges y Julio Cortázar. El relato histórico sobre la guerra de la independencia anima La guerra gaucha y las meditaciones esotéricas de teosofía, una olvidable novela, El ángel de la sombra (1926).

En el campo de la historia cuentan El imperio jesuítico (1904), Historia de Sarmiento (1911) y El payador (1916).

Lugones tradujo partes de La Iliada de Homero y estudió aspectos de la Grecia clásica en Las limaduras de Hefaistos y las dos series de Estudios helénicos. La evolución de su pensamiento político puede seguirse en libros como Mi beligerancia, La patria fuerte y La grande Argentina.

Horacio Quiroga (1878-1937)

Escritor uruguayo, nacido en Salto y muerto por suicidio en Buenos Aires. Deportista y aficionado a las ciencias, funda la tertulia de "Los tres mosqueteros" y se inicia en las letras bajo el patrocinio de Leopoldo Lugones. Viaja a París en 1900 y hace una breve experiencia de la bohemia pobre. La mayor parte de su carrera transcurre en Argentina, donde llega a ser muy leído por sus cuentos publicados en revistas y recogidos en libro. Ejerce empleos consulares y la crítica de cine, y pasa largas temporadas en el medio rural de Misiones, en la frontera argentino-paraguayo-brasileña, ambiente del que tomará temas para sus narraciones.

Su carrera se abre en la poesía, dentro del ámbito del modernismo, con Los arrecifes de coral (1901), obra sin mayor consecuencia. Una vida dramática, siempre cercana a la estrechez económica, matrimonios conflictivos, experiencias con el hachís y el cloroformo y el constante cerco del suicidio, alimentan su tarea cuentista, una de las más importantes de América.

No le son ajenas las influencias de Rudyard Kipling, Joseph Conrad y, sobre todo, el magisterio de Edgar Allan Poe, por las atmósfera de alucinación, crimen, locura y estados delirantes que pueblan sus narraciones.
A veces se remonta a escenas conjeturales de la vida prehistórica o mezcla, con extraña astucia, personajes humanos y animales que hablan, como en las fábulas clásicas, pero estableciendo una sutil frontera entre la vida natural y la civilización. Sus figuras de pioneros, de europeos abandonados en los confines de la selva, de cansados de la vida y de empresarios alocados, crean un mundo de intransferible personalidad, que no daña el habitual descuido de su redacción.
Obras: El crimen de otro (1904), Historia de amor turbio (1908), Cuentos de amor, de locura y de muerte (1917), Cuentos de la selva (1918), El salvaje (1920), Las sacrificadas (1929), Anaconda (1921), El desierto (1924), Los desterrados (1926), Pasado amor (1929), Suelo natal (libro de lectura para niños, en colaboración con Leonard Glusberg) y Más allá (1935).

Alfonsina Storni (1892-1938)

Escritora argentina, una de las poetas más conocidas del mundo iberoamericano.

Nacida en Sala Capriasca (Suiza), a muy temprana edad se trasladó con su familia a la Argentina.

Fue maestra de la Escuela Normal, profesora de arte dramático y colaboró con varios grupos de teatro juvenil. Sin embargo, lo más conocido de su obra son sus libros de poesía. Comenzó su carrera literaria en 1916 con La inquietud del rosal, que recoge las sugestiones intimistas y sentimentales de un nuevo romanticismo, desprendiéndose de la poderosa influencia del modernismo. En esta línea publicó El dulce daño (1918), Irremediablemente (1919) y Languidez (1920).


Sus viajes a Europa en 1930 y 1934 influyeron en un cambio de rumbo poético, que se refleja en sus libros de madurez, los más logrados, donde la experiencia amorosa se torna confidencia dramática, reflexión sobre la condición femenina y una audaz, para la época, sinceridad erótica: Mundo de siete pozos (1934) y Mascarilla y trébol (1938). Formalmente, su expresión se hace más libre y se evade de los anteriores moldes del clasicismo. Aquejada de cáncer, se suicidó en Mar del Plata.

Adolfo Bioy Casares (1914-1999)

Escritor argentino, autor de una extensa obra en la que se superponen realidad y fantasía. Fue considerado por Jorge Luis Borges como uno de los más notables escritores argentinos de ficción.

Nacido en Buenos Aires, se inició desde muy joven con una serie de relatos impregnados de surrealismo. A los 11 años escribió su primera novela, Iris y Margarita, dedicada a una prima de la que estaba profundamente enamorado; tres años después escribiría Vanidad o una aventura terrorífica, un cuento fantástico. En 1935 fundó la revista Destiempo junto con Jorge Luis Borges, a quien había conocido en 1932 en la casa de la escritora Victoria Ocampo, con cuya hermana, Silvina, se casaría en 1940.

En colaboración con Borges escribió varios volúmenes de literatura fantástica y policíaca, que mezclan observaciones irónicas sobre la sociedad argentina, firmados con diversos seudónimos, como Horacio Bustos Domecq, Suárez Lynch, Lynch Davis y Gervasio Montenegro.

Su principal personaje es el detective Isidro Parodi: Seis problemas para don Isidro Parodi (1942), Dos fantasías memorables y Un modelo para la muerte (ambos publicados en 1946), Crónicas de H. Bustos Domecq (1967) y Nuevos cuentos de H. Bustos Domecq (1977).

En novelas, cuentos y guiones de películas, Bioy analizó mitos clásicos revividos en la modernidad, aspectos paranormales de la vida y la psicología del amor.

Entre sus títulos destacan sus novelas La invención de Morel (1940), Plan de evasión (1945), El sueño de los héroes (1954), Diario de la guerra del cerdo (1969, llevada al cine por Leopoldo Torre Nilsson en 1975), Dormir al sol (1973), La aventura de un fotógrafo en La Plata (1985) y Un campeón desparejo (1993), y sus libros de cuentos El perjurio de la nieve (1944), La trama celeste (1948), Historia prodigiosa (1956), Guirnalda con amores (1959), El héroe de las mujeres (1978), Historias desaforadas (1986) y Una muñeca rusa (1991). Publicó parcialmente sus Memorias (el primer volumen en 1994) y el guión de dos películas escritas con Borges: Los orilleros y El paraíso de los creyentes. En 1990 se le concedió el Premio Cervantes.

Bioy Casares murió a los 84 años; sus restos fueron enterrados en el cementerio bonaerense de la Recoleta.

Jorge Luis Borges (1899-1986)

Escritor argentino cuyos desafiantes poemas y cuentos vanguardistas lo consagraron como una de las figuras prominentes de las literaturas latinoamericana y universal.

La vida de un creador

Nacido el 24 de agosto de 1899, en Buenos Aires, e hijo de un profesor, estudió en Ginebra y vivió durante una breve temporada en España relacionándose con los escritores ultraístas. En 1921 regreso a Argentina, en donde participó en la fundación de varias publicaciones literarias y filosóficas, como Prisma (1921- 1922), Proa (1922-1926) y Martín Fierro, en las que publicó esporádicamente; escribió poesía lírica concentrada en temas históricos de Argentina, que quedó recopilada en volúmenes como Fervor de Buenos Aires (1923), Luna de Enfrente (1925), y Cuaderno San Martín (1929). De está época datan sus relaciones con Ricardo Güiraldes, Macedonio Fernández, Alfonso Reyes y Oliverio Girondo.

En la década de 1930, a causa de una herida en la cabeza, comenzó a perder la visión, hasta quedar completamente ciego. A pesar de ello, desde 1938 a 1947 trabajo en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires y más tarde, llegó a convertirse en su director (1955 a 1973). Conoció a Adolfo Bioy Casares y publicó con él la Antología de la Literatura Fantástica (1940).

A partir de 1955 fue profesor de Literatura Inglesa en la Universidad de Buenos Aires. Durante estos años fue abandonando la poesía a favor del cuento, género literario que recreo y por el que ha pasado a la historia.

Sin embargo, se inició a la literatura con ensayos filosóficos y literarios, algunos de los cuales se encuentran reunidos en Inquisiciones (1925). Historia Universal de la Infamia (1935) es una colección de cuentos basados en criminales reales. En 1925 fue nombrado académico de su país y hacia 1960 su obra era voladora universalmente como una de las más originales de la Literatura Hispanoamericana. A partir de entonces se sucedieron los premios y los reconocimientos. En 1961 compartió el Premio Formentor con Samuel Beckett, y en 1980 en Cervantes con Gerardo Diego. Murió en Ginebra, el 14 de junio de 1986.
Sus posturas políticas evolucionaron desde el izquierdismo juvenil al nacionalismo y después a un liberalismo escéptico, desde el que se opuso al Fascismo y al peronismo. Fue censurado por permanecer en Argentina durante las dictaduras militares de la década de 1970, aunque jamás apoyó a la junta militar.
Con la restauración democrática en 1983 se volvió más escéptico.
Los cuentos
A lo largo de toda su producción, Borges creó un mundo fantástico, metafísico y totalmente subjetivo. Su obra, exigente con el lector, y de no fácil compresión, debido a la simbología personal del autor, ha despertado la admiración de numerosos escritores y críticos literarios de todo el mundo. Describiendo su producción literaria, el propio autor escribió:

“No soy ni un pensador ni un moralista, sino sencillamente un hombre de letras que refleja en sus escritos su propia confusión y el respetado sistema de confusiones que llamamos filosofía, en forma de literatura”.

Ficciones (1944) está considerado como un hito en el relato corto y un ejemplo perfecto de la obra borgiana. Los cuentos son en realidad una fuerte de ensayo literario con un solo tema en que el autor fantasea desde la subjetividad sobre temas, autores u obras; se trata, pues, de una ficción presentada con la forma del cuento en el que las palabras son importantísimas por la falsificación (ficción) conque Borges trata a los hechos reales. Cada uno de los cuentos de ficciones es, a decir de la crítica, una joya, una diminuta obra maestra. Además, sucede que el libro presenta una estructura lineal que hace pensar al lector que el conjunto de los cuentos conducirá a un final con sentido, cuando en realidad llevan a la nada absoluta. Otros libros importantes del mismo género son El Aleph (1949) y El Hacedor (1960).

Borges fue un devorador de conocimientos y estudió con detenimiento y profundidad la obra de un gran número de escritores y pensadores, especialmente los de lengua inglesa y los españoles del Siglo de Oro; entre los primeros se encuentran Chesterton, Joseph Conrad, Robert Louis Stevenson, Rudyard Kipling, Thomas de Quincey, y entre los segundos, Francisco de Quevedo y Miguel de Cervantes, especialmente su Quijote. Así, de todo este rico panorama extrajo no solamente motivos e ideas, sino que incluso rehizo fragmentos apócrifos pasados por su universo literario. Y así planteó unos temas recurrentes en sus obras que arrancan de la condición humana como centro y divagan sobre el tiempo, el destino o la muerte, no de una manera lineal, sino entre serpenteantes laberintos y teniendo siempre un trasfondo filosófica mágica y más humana. Al fin de la novela, en oposición a la novela clásica o tradicional, quedan interrogantes sin resolver, como en la vida misma: nada se cierra, todo está abierto a múltiples mundos.

Son muchas las influencias que se han encontrado en Rayuela. El carácter de que la literatura es la falsificación de un modelo inexistente o imposible, lo desarrollaron tanto Macedonio Fernández como Ramón Gómez de la Serna, y el cuestionamiento de los géneros literarios o desmontaje del propio hecho narrativo aparece en el uruguayo Felisberto Hernández. Toda esta metanovelística, por otro lado, es la desarrollada por Jorge Luis Borges, que buscaba con la literatura destruir la literatura. E incluso, preocupaciones literarias parecidas las tuvo Miguel de Cervantes al presentir la realidad como una ilusión.

Estos planteamientos estéticos los llevó después a su novela 62 modelo para armar (1968), obra que toma su nombre del capítulo 62 de Rayuela que no se lee si se sigue el orden fijado por el autor. Con una temática política sobre la situación latinoamericana y unos exiliados en París, pero con las mismas inquietudes literarias, publicó en 1973 El libro de Manuel.


Cortázar, Julio (1914-1984)

Escritor argentino que fue un intérprete genial de la narración tanto por la estructura narrativa como por el uso del lenguaje. Aunque nació en Bruselas, vivió en París la mayor pare de su vida —ciudad en la que murió— y en 1981 se nacionalizó francés, como protesta ante la toma del poder de las diferentes juntas militares en Argentina, es un autor argentino plenamente integrado en la literatura hispanoamericana.

Vida

Nació en Bruselas pero sus padres se trasladaron pronto a Buenos Aires. Estudió en la Escuela Normal de Profesores y fue profesor de Lengua y Literatura francesa en varios institutos de la provincia de Buenos Aires, y más tarde en la Universidad de Cuyo. En 1951 consiguió una beca para realizar estudios en París y ya en esta ciudad pasó a ser traductor de la UNESCO, trabajo que desempeñó hasta su jubilación.
Un rasgo importante de su vida es que a raíz de un viaje que realizó a Cuba, invitado por Fidel Castro, se convirtió en gran defensor y divulgador de la causa revolucionaria cubana, como años más tarde haría con la Nicaragua sandinista.
Mantuvo, a lo largo de su vida, un compromiso político activo, sobre todo, en defensa de los derechos humanos. Formó parte del Tribunal Russell II que en 1973 juzgó en Roma los crímenes llevados a cabo por las dictaduras latinoamericanas. Resultado de esta actividad fue su libro Dossier Chile: el libro negro.
Viajero impenitente e intelectual abierto, fue uno de los autores del boom de la Literatura latinoamericana. Estos escritores consiguieron, a través de sus encuentros literarios y conferencias en diversos foros tanto de Estados Unidos como de Europa, sus relaciones con editoriales, sus colaboraciones con la prensa europea, un reconocimiento internacional para su obra, que, sin renunciar a sus raíces culturales, se universalizó tanto en temáticas como en estilos. Así, lo que empezó siendo un lanzamiento editorial de una nueva narrativa se convirtió en una presencia renovadora constante de la literatura, debido, por supuesto, a la calidad de las obras.

Obra
Gran parte de su obra constituye un retrato, en clave surrealista, del mundo exterior, al que considera como un laberinto fantasmal del que el ser humano ha de intentar escapar. Una de sus primeras obras, Los reyes (1949), es un poema en prosa centrado en la leyenda del Minotauro. El tema del laberinto reaparece en Los premios (1960), una novela que gira alrededor del crucero que gana un grupo de jugadores en un sorteo, y que se va convirtiendo a lo largo del relato en una auténtica pesadilla.

El Cortázar de los cuentos ha creado escuela por sus propuestas sorprendentes, su estilo vanguardista y sus atmósferas fantásticas e inquietantes que retoma la de los relatos de su compatriota Jorge Luis Borges. El ritmo del lenguaje recuerda constantemente la oralidad y, por lo tanto, el origen del cuento: leídos en voz alta cobran otro significado. Lo curioso de estos relatos es que el lector siempre queda atrapado, a pesar de la alteración de la sintaxis, de la disolución de la realidad, de lo insólito, del humor o del misterio, y reconstruye o interioriza la historia como algo verosímil.

Entre las colecciones de cuentos más conocidas se encuentran Bestiario (1951), Las armas secretas (1959), uno de cuyos relatos, ‘El perseguidor’, se ha convertido en un referente obligado de su obra; Todos los fuegos el fuego (1966); Octaedro (1974), y Queremos tanto a Glenda (1981). Entre el relato y el ensayo imaginativo de difícil clasificación se encuentran Historias de cronopios y de famas (1962), una especie de collage extraño sobre situaciones de la vida cotidiana interpretadas de una manera chocante; La vuelta al día en ochenta mundos (1967) o Último Round (1969). También escribió algunos poemarios como Presencia (1938), Pameos y Meopas (1971) o Salvo el Crepúsculo (póstumo, 1985).

Rayuela Rayuela (1963), la obra que despertó la curiosidad por su autor en todo el mundo, implica al lector en un juego creativo en el que él mismo puede elegir el orden en que leerá los capítulos: lineal o alternado, siguiendo un modo poco convencional predeterminado, pero que en esta propuesta ya se sugiere la atemporalidad e incluso que el lector haga una incursión personal en el libro; con ello lo que está proponiendo es la de(s)-construcción de un texto. En esta obra, Cortázar se enfrenta al problema de expresar en forma novelada las grandes interrogantes que los filósofos se plantean en términos metafísicos.

Se trata de representar el absurdo, el caos y el problema existencial mediante una técnica nueva. El autor pretende echar abajo las formas usuales de la novela para crear ex profeso una antinovela, sin trama, sin intriga, sin descripciones ni casi cronología. Él mismo dice que quería superar el falso dualismo entre razón e intuición, materia y espíritu, acción y contemplación para alcanzar la visión de una nueva realidad, más mágica y más humana. Al final de la novela, en oposición a la novela clásica o tradicional, quedan interrogantes sin resolver, como en la vida misma: nada se cierra, todo está abierto a múltiples mundos.
Son muchas las influencias que se han encontrado en Rayuela. El carácter de que la literatura es la falsificación de un modelo inexistente o imposible, lo desarrollaron tanto Macedonio Fernández como Ramón Gómez de la Serna, y el cuestionamiento de los géneros literarios o desmontaje del propio hecho narrativo aparece en el uruguayo Felisberto Hernández. Toda esta metanovelística, por otro lado, es la desarrollada por Jorge Luis Borges, que buscaba con la literatura destruir la literatura. E incluso, preocupaciones literarias parecidas las tuvo Miguel de Cervantes al presentir la realidad como una ilusión. Estos planteamientos estéticos los llevó después a su novela 62 / modelo para armar (1968), obra que toma su nombre del capitulo 62 de Rayuela que no se lee si se sigue el orden fijado por el autor. Con una temática política sobre la situación latinoamericana y unos exiliados en París, pero con las mismas inquietudes literarias, publicó en 1973 El libro de Manuel.

Sábato, Ernesto (1911 - )

Escritor argentino nacido en Roja, provincia de Buenos Aires.

Estudió ingeniería y enseñó física en la Universidad de La Plata.

Ha escrito una serie de ensayos en los que predomina la temática sociopolítica, observada a través de un prisma personal pleno de vigor y originalidad.

Obra

Son de mencionar títulos como “Uno y el universo”, “Heterodoxia”, “Hombres y engranajes”, “El Escritor y sus fantasmas”, “Itinerario”, etc.

Entre su producción novelística destacan “El túnel”, “Sobre héroes y tumbas”, “Alejandra”, “Abaddón el exterminador”.

En 1984 fue galardonado con los premios Gabriela Mistral y Miguel de Cervantes.

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